Por: Guillermo Mendoza Vélez, MD, MSc
Todos los días escuchamos personas que dicen: “yo no voy al psiquiatra, yo no estoy loco”, o “ahora creen que yo me estoy inventando todo esto, que es locura”. Esto es tan generalizado, en todos los niveles educativos, en todos los contextos, que es importante aclarar qué es la psiquiatría.
En primer lugar, la definición. La psiquiatría traduce literalmente “curación del alma”, o más moderno, “curación de la psiquis”, y es una especialización de la medicina, encargada de evaluar, tratar y rehabilitar las enfermedades y condiciones de salud que se originan en la mente, en los circuitos cerebrales y en su interacción con otras partes del cuerpo.
Algunas de las condiciones que los psiquiatras tratamos son: trastornos depresivos, trastornos de ansiedad, trastorno obsesivo-compulsivo, trastorno bipolar, insomnio, adicciones a sustancias, alcoholismo, trastornos de la alimentación, esquizofrenia y otros trastornos psicóticos, somatizaciones, estrés postraumático, entre otras.
Muchos preguntan la diferencia entre la psiquiatría y la psicología. La psiquiatría es, como dijimos, una especialidad médica que se encarga de las enfermedades de la mente, y utiliza tratamientos farmacológicos, terapéuticos, prevención y cambios en el estilo de vida, como toda especialidad médica. La psicología es una profesión como tal, que estudia el comportamiento humano como individuo y en la sociedad. La psicología tiene muchas ramas, como la organizacional, social, de niños, de familia, educacional, comercial, del consumidor, ambiental, neuropsicología, entre otras. Una especialidad de la psicología, la clínica, se encarga de los procesos psicoterapéuticos, que es allí donde, en ocasiones, se encuentra con la psiquiatría, para trabajar de la mano.
Es importante aclarar esto, que la psiquiatría es una especialidad médica, y se comporta como tal, basándose en el modelo médico, y en ese sentido, una consulta por psiquiatría es igual a cualquier consulta médica. Esto se aclara debido a que hay muy pocas consultas médicas que tengan tanta resistencia por parte de las personas como la psiquiatría.
Una de las razones más importantes para la resistencia a la psiquiatría es el estigma. La medicina ha existido en toda la historia de la humanidad, pero luego del Renacimiento inició verdaderamente el estudio científico global de la medicina, sin restricciones, y se desarrollaron varias ramas científicas, que luego se denominaron especialidades. Para muchas enfermedades, las causas biológicas y fisiológicas eran claras, o al menos, visibles, así como los tratamientos.
En psiquiatría no sucedió esta misma evolución. Por casi toda la historia, las enfermedades mentales fueron consideradas consecuencias de posesiones o influencia demoníaca, o de fuerzas sobrenaturales. Cuando se trató de estudiar científicamente los problemas de salud mental, no se encontraba nada, ni cambios en el cerebro ni en la sangre, ni alteraciones al examen físico que justificaran la presencia de los síntomas mentales.
El estigma empeoró debido a que solo se prestaba atención a las condiciones más visibles o dramáticas, como los ataques de psicosis, maníacos, agitaciones, histeria, etc. No se tenía en cuenta otros aspectos de la salud mental. Por estas razones, hasta el día de hoy, en la mente colectiva, se asocia los síntomas mentales como algo demoníaco o maligno, a pesar de saber conscientemente que no es así. Por eso genera tanto miedo. Nadie quiere sentir que su mente está fuera de control, y es lo que implica ir al psiquiatra.
Suelo poner la comparación de la psiquiatría con las otras especialidades médicas con esta metáfora. Imagínense una ciudad europea de la era victoriana, muy glamorosa, donde cada especialidad médica es una enorme mansión llena de lujos. En esa ciudad, la psiquiatría es el castillo embrujado a lo alto de la colina, donde viven vampiros que chupan sangre, monstruos y criaturas de la noche.
Es por estos estigmas que las personas asocian la psiquiatría con algo macabro. Sin embargo, es importante recordar que el cerebro es un órgano como cualquier otro, con diferentes funciones, pero los mismos componentes; y como tal, también se enferma, no solo en su estructura sino en su función. Y los síntomas de salud mental traducen una alteración de esos circuitos, debido a muchos factores, que incluyen predisposiciones genéticas, eventos difíciles en la vida, crisis, traumas, dificultades de afrontamiento, entre otras.
La psiquiatría solo se vio como rama de la medicina hacia principios del siglo XIX, donde a las personas que sufrían de problemas mentales se les consideró ya como enfermos y no como endemoniados, y eran recluidos en centros de aislamiento para tratamientos “morales” para recuperar la razón. Hacia mediados de ese siglo, se inició la humanización de la atención en salud mental, creando los llamados manicomios, que iban en contra del trato cruel que se les hacía a los enfermos mentales.
Y así sucedió por casi todo el siglo, hasta que otro tipo de manifestaciones fueron incluidas en la salud mental, como los problemas depresivos y de ansiedad, así como las adicciones a sustancias. Esto incrementó el campo de acción de la psiquiatría, no solo trataría a los que consideraban enajenados mentales. Ya va más de un siglo que esto sucedió, y todavía la mayoría de personas asocia la psiquiatría con la atención de los “locos”.
Aparecieron entonces muchas teorías de la psiquis, que fueron consolidándose en las décadas siguientes, destacándose los conceptos del psicoanálisis, los cognitivos y los conductuales, para tratar de explicar las enfermedades mentales, ya que los estudios físicos, de autopsia y de laboratorio no mostraban nada. Aunque muchos de estos conceptos han recibido muchas actualizaciones, crearon el fundamento del estudio científico de la mente.
En los años 50´s la psiquiatría dio un vuelvo interesante al aparecer los primeros medicamentos que actuaban mejorando los síntomas mentales, en especial la clorpromazina, que se veía ayudaba a las personas con ataques psicóticos y esquizofrenia. Esto generó una enorme cantidad de cambios en la atención clínica de los pacientes, donde ya podían ser tratados, y no solo encerrados y aislados. No tardaron en aparecer nuevos medicamentos para las diversas condiciones de salud mental.
En las últimas décadas, se ha retirado el concepto de enfermedad mental o enfermo mental debido a los estigmas que esto general. A nadie le agrada que le digan que es un enfermo mental. Se cambió la palabra “enfermedad” por “trastorno” (en inglés, “disorder”), para evitar un poco esto; pero tampoco hay mucha gente que le agrade que le digan que es un trastornado mental. En fin, trabajar con conceptos en psiquiatría no es fácil, como ven.
Y hay otra tendencia que ha dificultado la atención en psiquiatría, que se ha visto más en los últimos 40 años, con el auge de la autoayuda, así como los conceptos casi religiosos, del ser humano como semidios, alguien que todo lo puede y que con el poder de su mente, puede afrontar cualquier cosa. No estamos para discutir eso, pero sí para aclarar que las condiciones de salud mental nada tienen que ver con esto.
Es por eso que vemos los dos extremos. Por un lado, la magnificación, donde cualquier síntoma de salud mental es considerado como de “locura”, y por esa razón, todo el que tiene un síntoma emocional pero está en uso de sus facultades mentales, evita ir al psiquiatra puesto que no está “loco”. La magnificación también la vemos cuando se asume el rol de “enfermo” o “discapacitado” a personas que padecen problemas de salud mental, que con un correcto tratamiento podrían tener una vida como cualquier otro individuo.
El otro extremo es la minimización, donde no puedes sentir depresión, ansiedad o cualquier otro síntoma mental, pues eres “poderoso(a)”, no te falta nada, tienes tu familia, todo lo puedes superar, no te falta un brazo, tienes techo y comida, y eres un ser bendecido. Se ven los síntomas mentales como dificultades de la vida que puedes afrontar solo con pensamiento optimista y actitud positiva.
Es por eso que es importante entender qué son los síntomas y trastornos mentales, que no dudes en pedir ayuda si la necesitas, y no dejar que esto evolucione al grado que ya afecte completamente tu calidad de vida, o tu funcionamiento personal, familiar, de pareja, social, laboral o académico. En Salud Mental y Emocional estamos para servirte.
Guillermo Mendoza Vélez
Médico Psiquiatra, Psicoterapeuta