Dentro del ámbito de la intervención psicológica y de la psicología clínica existe una gran variedad de propuestas que son ofrecidas y aplicadas a diferentes problemáticas. Sin embargo, la terapia cognitivo conductual es una de las intervenciones más utilizadas en la psicología actual, su eficacia está demostrada científicamente; con esto se entiende que cuenta con el aval de observaciones empíricas en las que varios grupos de pacientes que han pasado por el tratamiento de esta terapia han mejorado significativamente.
La terapia cognitivo conductual es aplicable para el tratamiento de trastornos como la ansiedad, la depresión, fobias, baja autoestima, habilidades sociales y otros que afecten de manera significativa la vida de una persona que lo está padeciendo; la duración del tratamiento varía en función de la problemática y el compromiso del paciente con el tratamiento. Lo ideal es que se cuente con sesiones semanales, con una hora de duración a lo largo de 6 a 18 semanas.
Conocer en qué consiste y sus fundamentos puede ayudarnos a comprender su efectividad y las opciones de aplicación. Esta terapia tiene como base la psicología conductista que se centra en el estudio del comportamiento del individuo y en la creencia de que sus conductas responden al esquema de estímulo-respuesta; de igual manera, la terapia cognitivo conductual tiene muy en cuenta la psicología cognitiva la cual resalta los procesos mentales. Esto nos muestra que esta terapia integra y tiene un campo amplio, al tener presente no solo lo que podemos observar, que son las acciones o conductas de un individuo, sino que también tiene presente las creencias, opiniones, y demás construcciones mentales.
Miremos una situación para entender un poco más lo que hemos hablado hasta el momento. Tienes una reunión muy importante en tu trabajo para cerrar un negocio y vienen pensamientos como: “¡no voy a ser capaz de cerrar el negocio, no lo voy a lograr, de seguro van a escoger la competencia!” Y estos pensamientos influyen en tu comportamiento y tomas la decisión de cancelar la reunión. Aquí podemos ver la importancia de trabajar en dos aspectos muy importantes: por un lado, los pensamientos a nivel cognitivo y por otro lado la conducta, comportamientos del individuo. Y es así como la terapia cognitivo conductual se centra en los determinantes actuales del comportamiento sin dejar a un lado los antecedentes e historia del individuo que contribuyeron a la situación actual del paciente; existe una estrecha relación entre la evaluación y el tratamiento, ya que la evaluación se extiende a lo largo de todo el tratamiento, permitiendo así un análisis funcional de la conducta para evaluar la situación actual del paciente.
¿Cómo se interviene en este tipo de terapia?
En la terapia cognitivo conductual se trabaja enseñando a reconocer los estilos de pensamiento que predisponen a llegar a conclusiones poco útiles para la persona o pensamientos disfuncionales. Para esto, es de vital importancia trabajar en que el paciente sea capaz de reflexionar acerca de su propia manera de pensar y plantearse qué puntos son conflictivos y cuáles no lo son. Se busca que el paciente tenga más capacidad para cuestionarse las categorías con las que trabaja y detectar patrones de pensamiento que le causan problemas.
El proceso por el cual se consigue que el paciente reconozca los aspectos cognitivos que le producen malestar y pueda actuar sobre ellos se fundamenta en el modelo inspirado en el diálogo socrático. Esto implicará que durante las sesiones el profesional irá realizando un feedback (realimentación) necesario para que éste, por sí mismo, logre identificar las contraindicaciones o las conclusiones indeseadas a las que le llevan sus estilos de pensamiento y esquemas mentales. El terapeuta planteará preguntas para que el paciente profundice en el análisis de su propio pensamiento.
La segunda parte de la terapia cognitivo conductual implica intervenir en los estilos cognitivos que se hayan destacado en el paciente. Esto conllevará a fijar unos objetivos concretos a cumplir a lo largo del tratamiento, e implicará entrenar el paciente para que sea capaz de determinar desde su propio criterio las estrategias que lo acercan y lo alejan de los objetivos propuestos. Cumplir con los objetivos al pasar por cada una de las sesiones de terapia cognitivo conductual implicaría minimizar significativamente los efectos de la fobia, terminar con una adicción o abandonar un estilo de pensamiento obsesivo.
Dentro de la terapia cognitivo conductual son múltiples las técnicas que se pueden utilizar para producir una mejoría en el paciente. Una de ellas son las técnicas de exposición; éstas son empleadas especialmente en casos de fobias, trastornos de ansiedad y trastornos del control de impulsos, y consisten en confrontar al paciente al estímulo temido o generador de ansiedad, hasta que se reduzca, con el objetivo que pueda gestionar su conducta ante él y a la vez que a nivel cognitivo reestructure los procesos de pensamiento que le hacen sentir malestar ante dicho estimulo o situación. Se realiza una jerarquía de estímulos temidos, de manera que este pueda ir poco a poco acercándose y exponiéndose a ellos paulatinamente. El proceso para generar el acercamiento varía según el paciente, y las técnicas de exposición pueden aplicarse tanto en vivo como a través de la imaginación e incluso a través de imágenes o realidad virtual.
Otra técnica utilizada en la terapia cognitivo conductual es la desensibilización sistemática, que es semejante a la exposición, ya que en ésta también se establece una jerarquía de estímulos ansiógenos en los que el paciente se va a exponer. También está la técnica que se basa en la modificación de los esquemas de pensamiento del paciente, a través de diversos métodos se logra ir identificando los patrones propios de pensamiento y su influencia sobre la vida del individuo, y generando junto al paciente alternativas cognitivas más adaptativas y funcionales. Esta técnica se trata de un método de modificar patrones de pensamiento y que tienen como objetivo permitir que los pacientes se desprendan de creencias irracionales y limitantes, con el objetivo de buscar que la persona pase a interpretar las cosas de otro modo, y se plantee objetivos y expectativas ajustadas a la realidad.
Las técnicas de modelado son un tipo de técnica en la que el individuo interactúa en una situación con el objetivo de que el paciente observe y aprenda una manera de actuar concreta y que pueda imitarlo; se busca que el observador modifique su conducta y/o pensamiento y dotarlo de herramientas para afrontar determinadas situaciones. El entrenamiento en resolución de problemas es un tipo de tratamiento cognitivo conductual a través del cual se pretende ayudar a los individuos a hacer frente a determinadas situaciones que por sí mismos no son capaces de solucionar; en este tipo de técnica se trabajan aspectos a la orientación hacia el problema en cuestión, la formulación del problema, la generación de posibles alternativas para solucionarlo, la toma de una decisión y la verificación de los resultados obtenidos.
Las técnicas de autocontrol y la habilidad de autogestión son elementos fundamentales que nos permiten ser autónomos y adaptarnos al medio que nos rodea, mantener nuestra conducta y pensamientos estables a pesar de las diferentes situaciones a las que nos vemos enfrentados y ser capaces de modificarlas cuando sea necesario. Sin embargo, muchas personas tienen dificultades en adaptar su conducta, expectativas o formas de pensar a la realidad de una forma adaptativa, con lo cual se pueden producir diferentes trastornos. Así pues, la técnica de autocontrol es utilizada para facilitar el aprendizaje de patrones de conducta en las que la impulsividad se vea aplacada por la consideración de consecuencias futuras que ciertas acciones pueden traer.
Las ventajas de las técnicas cognitivo conductuales han manifestado un muy elevado nivel de eficacia en el tratamiento de diversos problemas, trastornos psíquicos y a través de estos es posible modificar la conducta del paciente y contribuir a la adquisición de hábitos y comportamientos más adaptativos.
Ya hablamos que la ansiedad es una de las patologías más frecuentes entre la población adulta, ya que vivimos en una sociedad marcada por la prisa, las grandes exigencias y el poco tiempo para descansar y reflexionar. Todo esto genera que aparezcan trastornos psicológicos como el estrés y la ansiedad, que implica que la persona afectada vive en un permanente estado de alerta, preocupación y desasosiego.
Frente a esto surge la pregunta, ¿cómo se aplicarían alguna de estas técnicas nombradas anteriormente en un trastorno como la ansiedad patológica? Este trastorno tiene dos síntomas principales que son el foco del tratamiento, uno de ellos son las preocupaciones o pensamientos ansiógenos y el otro es la sobreactivación (nerviosismo, tensión, taquicardia, etc.) que acompaña el componente cognitivo.
Para la sobreactivación se usarían técnicas de relajación, como la respiración controlada o relajación muscular progresiva, así como ejercicios de exposición, cuando es posible en situaciones que provocan ansiedad. En cuanto a las preocupaciones, la reestructuración cognitiva donde su objetivo es modificar los pensamientos negativos y creencias disfuncionales que le generan malestar y alteraciones emocionales; este es de vital importancia ya que el modo de pensar de un individuo estructura sus creencias e ideas, que ejercen una influencia sobre cómo éste percibe el mundo, y así mismo cómo se siente (reacciones fisiológicas) y cómo actúa.
Es así que a través de este modelo de intervención cognitivo conductual se presta ayuda a las personas bajo la premisa que hay que crear una sinergia entre lo que hace y lo que piensa, progresando en ambos frentes para generar un cambio y que se mantenga de una manera consistente en la vida de una persona. Es decir que es más fácil desarrollar procesos mentales saludables y adaptativos si a la vez desarrollamos acciones que estén en consonancia con esa transformación que se busca para el individuo.
La intencionalidad en la aplicación de estas técnicas es conseguir cambios en el paciente, creando nuevos hábitos saludables y efectivos que le permitan incrementar su bienestar emocional y una salud mental sana; con esto podemos concluir que las personas con trastornos mentales pueden tener muchos motivos para acudir a la consulta con un terapeuta, pero también es perfectamente normal que personas sin ninguno de estos trastornos decidan contar con los servicios de un profesional en psicología. Por ejemplo, alguien que desee mejorar su rendimiento cognitivo puede decidir adquirir herramientas o aprender formas de gestión de problemas cotidianos. Por esto y por todo lo nombrado, a través de este articulo te invitamos a ponerte en contacto con nuestro equipo de profesionales en Salud Mental y Emocional, ya que estamos para acompañarte en cada uno de los procesos vitales para tener tu bienestar.